Jeremías 15: 18-21.
– 2 Reyes 21:15 “Por cuanto han hecho lo malo ante mis ojos, y me han provocado a ira, desde el día que sus padres salieron de Egipto hasta hoy” Jeremías 15:6 “Tú me dejaste, dice Jehová; te volviste atrás; por tanto, yo extenderé sobre ti mi mano y te destruiré, cansado estoy de arrepentirme”
Yo me pregunto, ¿habrá alguien o algún pueblo que haya causado más ira a Dios? Fíjense en esas palabras tan duras: “cansado estoy de arrepentirme”
Póngase en la condición de hijo que no está cumpliendo a cabalidad con sus responsabilidades, y ya son tantas las faltas que viene papa y le dice: “¡Ya estoy cansado de ti, me tienes harto, no te soporto más!” O si estas palabras se lo dijera su empleador, o su esposo, o su esposa; de seguro que la relación entre ambos se terminaría.
Dios, aunque está cansado de nosotros a causa de nuestra infidelidad, es diferente.
– Lamentaciones 3:22-23 “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana”
Cada mañana nos da nuevas oportunidades; sus misericordias son muchísimas más grandes que toda la ira que le causamos. Aunque está cansado de nosotros por todo lo que le hacemos, no nos da el pago que nuestros pecados nos han hecho merecedores.
Además de todo esto, y a pesar de todo, cualquiera sea nuestro mal, siempre tendremos a Dios. Aunque merecemos el castigo, si venimos a ÉL, nos recibirá con los brazos abiertos.
Ahora bien, Dios nos ha dado la responsabilidad de guiar a nuestros hijos hacia ÉL, somos los sacerdotes, pastores de nuestras familias; y eso tratamos de hacer, pero en el caminar hemos encontrado algunos tropiezos, tales como: “el trabajo me ausenta muchas horas del hogar”, “los amigos están influenciando más que yo”, “soy una persona que no goza de buena salud”, “mi hijo no me hace caso”, “estoy solo, no tengo apoyo”. Y, ¿Cuántas veces le hemos echado la culpa a Dios por todo esto?
Quienes somos hijos de Dios, no estamos exento de todo esto. Jeremías, un profeta de Dios, en alguna oportunidad también se sintió igual, “defraudado de Dios”. Resulta que el Señor lo envió a predicar a su pueblo, lo hizo con mucho amor y entusiasmo, ellos no solo no le escucharon si no que en lugar de convertirse, cada vez se hicieron peor.
-Jeremías 15:18 “¿Por qué fue perpetuo mi dolor, y mi herida desahuciada no admitió curación? ¿Serás para mí como cosa ilusoria, como aguas que no son estables?
“Tengo un dolor constante y no haces nada para aliviarme, estoy herido de muerte y no me das curación, no me mientas, no me dejes solo”. Jeremías está decepcionado, se siente fracasado, se queja, no comprende a Dios… Busca respuesta y acude a Dios; y esa es la gran diferencia.
– Jeremías 15:15 “Tú lo sabes, oh Jehová; acuérdate de mí, y visítame… no me reproches en la prolongación de tu enojo”
Nuevamente, cualquiera sea nuestro mal, siempre tendremos a Dios; y eso es lo que hizo este hombre atribulado: “oh Jehová, acuérdate de mí y visítame (quiero que siempre estés junto a mi)”. Aunque vino con un corazón muy dolido, vino a Dios… y ÉL le respondió con palabras amorosas manifestándole que es lo que requiere para empezar a bendecirlo: (1) v.19a Aunque seas creyente por muchos años o el pastor de la iglesia, conviértete realmente a Dios. (2) v.19b “saca lo precioso de lo vil”; controla tu temperamento, reconcíliate contigo mismo y con los demás, sacúdete de esos pensamientos de descontento, esfuérzate por ayudarte a ti mismo.
Los santos y los más fuertes, si en algún momento se han apartado del camino correcto, y están decididos a regresar, Dios siempre estará allí con los brazos abiertos, listo para recibirlos. Dios hace vencedores a los valientes que regresan a su redil. ÉL nuestro protector y poderoso libertador
¡Gloria sea a Dios!