– Predicado por Joel Barajas.
San Marcos 15: 31-37.
31De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciendo, se decían unos a otros, con los escribas: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar. 32El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos. También los que estaban crucificados con él le injuriaban. 33Cuando vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 34Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? 35Y algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: Mirad, llama a Elías. 36Y corrió uno, y empapando una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber, diciendo: Dejad, veamos si viene Elías a bajarle. 37Mas Jesús, dando una gran voz, expiró.
En el mes de mayo es normal que en el área de Los Ángeles-California haga mucho calor… pero hace frio, los tiempos han cambiado y somos testigos de estas alteraciones en el clima, y aun mas, los meteorólogos nos dicen que los climas están variando, y les creemos porque vemos estos cambios, incluso, estas personas usan aparatos que miden y pronostican que tendremos lluvia, a los pocos días así lo confirmamos, llueve.
Ahora bien, los escribas y fariseos, encargados de guiar al pueblo, conocían las Escrituras, ya que esto era uno sus trabajos, podríamos decir que se deleitaban memorizando pasajes, lo que era casi obligatorio; escudriñar las Escrituras constantemente era una de sus principales ocupaciones.
Así que en tiempos que no eran normales, bajo la presión del dominio romano, los principales sacerdotes han estado oyendo de Jesús; algunos, incluso, lo han conocido. Jesús se da a conocer y afirma que su Padre lo ha enviado. EL, les dice, “no crean en mi sino en las obras que hago, para que sepan Quien me envió. San Juan 5:36 “Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado”
De los fariseos y los principales sacerdotes que vivieron en el tiempo de nuestro Señor Jesús, podríamos decir que, pese a todo su conocimiento reprobaron el examen. No quisieron aceptar los tiempos, mucho menos pudieron aceptar que un carpintero sea el Mesías esperado. Jesús estuvo dentro de ellos instruyéndoles y haciendo milagros, en más de una ocasión sanó enfermos, liberó endemoniados, pero los principales sacerdotes en lugar de abrir los ojos y consultar las Escrituras, se dejaban guiar por su orgullo.
Aunque vieron la Gloria de Dios en Jesús, no quisieron aceptar que EL es el Mesías esperado. Pasaron tres años del ministerio de nuestro Salvador, donde los encargados de reconocer al Rey Eterno de Israel, se negaron a amarlo, y en lugar lo odiaron hasta la muerte.
Finalmente lograron uno de sus objetivos, llevar a Jesús a la Cruz; con falsas acusaciones logra encarcelar y condenar al que nunca pecó. E incluso, convencen a Poncio Pilato, que será el gobierno romano quien se encargue de la crucifixión de Jesús. Los Evangelios de Marcos y Mateo, hablan de ese momento. Jesús en la cruz. Agonizante, en medio de todo su dolor les envía una última señal: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Estas palabras ellos lo conocían están en Salmos 22:1.
Están frente a un hombre a punto de morir, gravemente azotado, exhausto. Han pasado horas de un tormentoso castigo en la cruz, desangrándose y expuesto a la asfixia de la crucifixión, y ahí, justo en ese preciso instante antes de morir, a ellos que conocían las Sagradas Escrituras, les envía esta señal; señal que ellos conocían desde hace más de mil años, cuando lo escribió el rey David. Pero se niegan aceptar que esta profecía bíblica se está cumpliendo frente a ellos.
San Juan 19:28 “Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed” Otra profecía que se estaba cumpliendo. Jesús lo dice pero no obliga a nadie para que se cumpla. Pero para los que conocen las Escrituras puedan ver al Hijo de Dios., al Mesías prometido. Salmos 69:21 “Y en mi sed me dieron a beber vinagre”
Para nosotros han pasado más de tres mil años en que David escribió estas palabras, y más de dos mil años que se cumplieron en la cruz. Incluyendo el gran dolor físico, Jesús se esforzaba por cumplir con la voluntad de su Padre; también cuando exclamo “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado?” fue por sentir todo el peso del pecado que cargó por nosotros.
¿Has sentido vergüenza por alguna acción equivocada en tu vida? ¿Alguna vez has sentido el dolor que causa saberte acusado por un error tuyo? ¿Se ha preguntado del dolor que sintieron aquellos que un día fueron descubiertas sus maldades y que ahora pagan en la cárcel condenas por eso delitos graves?… Jesús llevo todos nuestros pecados.
1Pedro 2:24 “quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” Jesús llevó todos nuestros pecados, todas nuestras culpas. Y en ese momento en que muere en la cruz, siente el peso total del pecado. Y se siente sin el amparo de Dios su Padre; Jesús hombre, trajo salvación para todos en esa cruz. Estos tiempos son para conocer las Sagradas Escrituras y aceptar el regalo de la salvación. Quizás, para usted, no esté claro que hoy es el día de su salvación; las señales están allí, usted las percibe, acepte a Jesús como su Salvador personal.