Mes: enero 2020
LOS CUATRO QUE OYEN.
San Mateo 13:1-23.
Desde que nuestro Señor Jesucristo nos dejó la Gran Comisión, San Marcos 16:15 “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”, Satanás no ha podido detener que se predique la Palabra de Dios, tampoco ha podido detener el nacimiento de muchos movimientos evangelísticos. Lo que sí ha logrado y con creces es que la Palabra de Dios se haga infructuosa. Millones de personas en todo el mundo escuchan los sermones, de ellos solo unos cuantos están dispuestos a obedecerla; muchos vivimos como aquellos que nunca han escuchado, guardamos resentimientos, no somos capaces de pedir perdón.
En el cumplimiento de esta Gran Comisión, la Parábola del Sembrador, narrada por nuestro Señor Jesucristo, nos enseña que hay cuatro tipos de personas receptoras de la predicación (una parábola es una narración breve dicha por el Señor Jesús que encierra una enseñanza moral y/o religiosa, al mismo tiempo que revela una verdad espiritual)
- Aquellos muy duros como el terreno de una carretera. San Mateo 13:3-4 “He aquí, el sembrador salió a sembrar. 4Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron” San Mateo 13: 19 “Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino”
Según leemos en San Mateo 12:1 “En aquel tiempo iba Jesús por los sembrados…” Era una costumbre y creo que sigue siendo hasta hoy, que entre los sembríos haya caminos para las personas o algunos vehículos, terrenos muy duros, no preparados para siembra. Algunos oyentes somos así, no importa lo que se nos predique, nos entra por un oído y se nos sale por el otro, nunca nos llega al corazón, convirtiéndonos en presa fácil para Satanás quien es gran asesino de nuestras almas y gran ladrón de sermones.
- Aquellos que solo escuchan pero que nunca tienen a Cristo en su corazón. San Mateo 13:5-6 “5Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; 6pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó” San Mateo 13:20-21 “20Y el que fue sembrado en pedregales, este es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; 21pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza”
Oyentes de la Palabra, “la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí” Cristo es nuestra raíz. “Cristianos” muy contentos de escuchar un buen sermón, pero no permiten que esa Palabra gobierne sus vidas, son de poca duración porque realmente nunca tuvieron a Cristo.
- Aquellos que si tienen a Cristo, pero son infructuosos. San Mateo 13:7 “Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron” San Mateo 13:22 “El que fue sembrado entre espinos, este es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa”
Infructuosa: “que no es de utilidad ni produce buenos resultados, que no produce frutos”
Estos llegan más lejos, tienen a Cristo pero las espinas lo ahogan. Hay espinas de las cuales debemos tener mucho cuidado, el Señor Jesús lo especifica:
- a) “El afán de este siglo” No hay nada malo que en cada etapa de nuestras vidas seamos personas responsables, siempre tendremos necesidades muy legítimas, estudiar, trabajar, procurar nuestra superación y la superación de nuestros seres queridos; lo que hace infructuosa la Palabra es que el afán por estas cosas nos hace descuidar la vida espiritual y la vida espiritual también es una necesidad muy urgente. Filipenses 4:6 “Por nada estéis afanosos” Estudiemos, trabajemos, atendamos a nuestra familia, pero siempre dependiendo del Señor Jesús.
- b) “El engaño de las riquezas” En sí mismo, las riquezas no son buenas ni malas, pero pueden ser usadas por el diablo para desenfocarnos. El pecado no está en ser ahorrativo. El pecado esta en depender del dinero para nuestra seguridad. Cuando nuestra prioridad es asegurar el futuro económico de nuestra familia y hace que descuidemos la vida espiritual, ya hemos caído en el engaño. Si Cristo no es nuestra prioridad no vamos a llegar al final glorioso.
- c) San Lucas 8:14 agrega uno más: “Los placeres de la vida” De igual manera no son pecaminosos, Dios nos ha creado así, para disfrutar; pero si permitimos y solo nos consagramos a ellos desplazando a Dios nos harán infructuosos.
- Aquellos que son buen terreno. San Mateo 13:8 “Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno” San Mateo 13:23 “Mas el que fue sembrado en buena tierra, este es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno” San Juan 15:8 “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos”
Los verdaderos cristianos se distinguen porque son discípulos de Cristo. Unos más fructíferos que otros, pero llevan frutos, no hay una ley estricta que diga cuantos debemos traer, estamos viviendo bajo la Gracia del Señor, el fruto que traigamos será apreciado y bendecido por Cristo.
Es mi oración que cada uno seamos discípulos de Cristo.
Dios te bendiga ricamente.
LA FELICIDAD.
Salmos 146:1-5.
Muchos tenemos un concepto equivocado en cuanto a la felicidad. En un diccionario encuentro la siguiente definición:
“La felicidad es una emoción que se produce en un ser vivo cuando cree haber alcanzado una meta deseada; por tanto, la infelicidad ocurre cuando nos enfrentamos a frustraciones en el intento de alcanzar nuestras metas, cumplir nuestros anhelos o lograr nuestros propósitos” Dice además, “el sentimiento de autorrealización y el cumplimiento de nuestros deseos y aspiraciones, son aspectos importantes para sentirnos felices”
Bueno, esto es un concepto social, aun así, se dé muchísimas personas realmente pobres económica y culturalmente y son muy felices; también de quienes son muy prósperos y son completamente infelices, su mucha fortuna, o su fama, o sus títulos universitarios; no les produjo esa “emoción de felicidad”, o si la obtuvieron les duro muy poco.
Salmos 146: 3, 5 “3No confiéis en los príncipes, Ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación. 5Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, Cuya esperanza está en Jehová su Dios”
El dinero, el trabajo estable, la influencia de otras personas; pueden darnos cierta seguridad en lo material, pero no llenan el corazón de felicidad. La felicidad no es algo que se puede buscar, comprar y añadir a nuestras vidas.
“Bienaventurado (inmensamente feliz) aquel cuyo ayudador es Dios y cuya esperanza esta puesta en Dios”. Aquel quien su motor y esperanza es Dios, quien le da vida es Dios. Aquel que cuando se haya en necesidad, sólo abre su corazón y allí está Dios.
Quien realmente tiene a Dios en su corazón y toda su esperanza es Dios y solamente Dios, es por naturaleza, una persona feliz; porque la felicidad no es algo que viene de afuera, sino algo que sale de adentro. La felicidad es una distinción de quien tiene a Cristo en su corazón.
Ahora bien, nuestro Señor Jesucristo antes de ascender al cielo nos dejó un encargo muy simple, no que hagamos grandes cosas, solo “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (San Marcos 16:15). Muchos años antes, David dijo al Pueblo de Dios “Servid a Jehová con alegría; Venid ante su presencia con regocijo” (Salmos 100:2); y no es que Dios nos necesite, solo quiere que le sirvamos. Más adelante el apóstol Pablo nos recuerda, Efesios 2:10 “somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras” Y esa “buena Obra” es predicar el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Además, Pablo nos exhorta: 2 Timoteo 1:5 “Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor”
Entendamos, La felicidad es tener a Dios en el corazón y predicar a nuestro Señor Jesucristo.
Somos creados en Cristo Jesús para servir. Estamos comenzando un nuevo año, prediquemos sin cesar, no nos cansemos ni avergoncemos de testificar del Señor.
Dios te bendiga ricamente.