Predicado por Joel Barajas.
San Marcos 11:24 “Por tanto, os digo que todo lo que pidieres orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”
Para nosotros, los que hemos recibido al Señor Jesús como Salvador, nos es fácil pensar que todo hijo de Dios sabe orar, y de hecho, creemos que se postra de rodillas todas las mañanas para agradecer a Dios por el comienzo del día, y para suplicar a Dios por cada una de sus necesidades.
NOS RESULTARIA SORPRENDENTE SABER QUE NO ES ASI, estamos tan acostumbrados a recibir cada mañana con sus beneficios, tales como el sol, el aire, etc.; que cuando el día no es como nos gustaría, en lugar de orar, nos quejamos, si está muy caliente o frio, nublado o soleado.
El orden bíblico habla primero de tener fe en Dios. San Marcos 11:22, pero como algunos dan por cierto que Dios está a su servicio, comenzamos a pedir.
Pedir no es difícil para muchos, de hecho, les resulta cómodo, el Señor Jesús nos dice que al que pide se le dará. San Mateo 7:7 “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” Esto no quiere decir que el que no trabaja pida comida y todos los beneficios del que si trabaja, o que el que está en la cárcel pida libertad.
Más aun, un hijo puede pedir a sus padres un auto último modelo, ¿Habrá que dárselo? O que pida no ser obligado a ir a la escuela. Porque si de acuerdo con la Palabra de Dios ‘al que pide se le dará’… ¡Que caos!
Para comenzar, pedir no significa exigir. Entender que lo que se está solicitando no es nuestro, no está en nuestra posición. En este caso, pedir es una súplica, un ruego, una convicción de algo que nos es necesario y no nos es fácil obtener y quizás, ni siquiera lo merecemos, lo que significa que pedir con convicción no significa que lo obtendrá; hacen falta más elementos y uno de ellos es saber pedir.
No puedo exigir, si puedo pedir, pero debo hacerlo con humildad, con sencillez, reconociendo que no es una obligación del dador otorgarlo, sino que está en su bondad el concederlo.
– Pedir en el nombre del Señor Jesús. San Juan 14:13 “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo”
– Pedir con limpieza de corazón, siguiendo el ejemplo del Señor Jesús, quien en su vida como hombre pidió con humildad a Dios Padre.
– Pedir orando con fe. Primero, fe es creer en Dios, en Su eterno poder, Su amor y benignidad. Resulta imposible pedir a quien no conocemos. Hebreos 11:6 “Pero si fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”
– Orar pidiendo que nuestra oración sea acorde con la voluntad de Dios. San Juan 5:14-15 “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que ÉL nos oye en cualquier cosa que pedimos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho” Y la única manera de conocer la voluntad de Dios es a través de Su Palabra. El Señor Jesús fue lo primero que dijo e hizo.
San Marcos 14:35-36 “Yéndose un poco más adelante, se postro en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de él aquella hora. Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mi esta copa; mas no lo que yo quiero, sino la que tú”
Cuando el Señor Jesús dice “tener fe en Dios, se refiere a creer que EL tiene todas las cosas en control, incluso las malas.
Si conocemos la voluntad de Dios, entonces podemos pedir, y lo que pidamos nos será otorgado porque está en su voluntad. La única manera de saberlo es leyendo Su Palabra y estar en santidad para ser guiados por Su Espíritu.
El último requisito para estar en la voluntad de Dios es perdonar si queremos ser escuchados, se nos ordena que no haya enojo en nuestras vidas, que no haya rencor ni resentimiento; porque no podemos pedir cuando deseamos mal a alguien, o no queremos quitar la carga de otros. Entonces, para pedir es necesario perdonar.
San Mateo 6:9-12 “Vosotros, pues, orareis así: Padre nuestro que estas en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, no como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día. Dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”